jueves, 10 de diciembre de 2015

ACTO XVI: Mi Amigo Cotard

Una vez hablábamos sobre la posibilidad de que nuestros cerebros estén próximamente en recipientes con formol, no necesariamente para fines de investigación, posiblemente sea porque necesitaban cerebros en alguna Universidad o algún loco nos secuestró y los guardó para su deleite personal.

Pero, qué si nuestro amigo cotard ya tiene nuestros cerebros en su mesa de investigación? Qué si tal vez también tiene nuestros corazones? Esas son preguntas que sólo él puede responder, lo que si les puedo decir es, que una vez que mueres en vida, mi amigo cotard ya tiene todo de nosotros, desde nuestros miembros hasta nuestra necesidad de ser, yo mismo nunca quise ser, pero fui.

Sin rumbo pasó, como realmente pasan las cosas que tienen poco sentido delante de mí, como si fuese un borracho dando tumbos en busca de atención, como haciendo ademanes de quien quiere aprender a bailar con la vida y no puede, como quien busca ser encontrado pero dando todas las señales y hacer más fácil su descubrimiento.

No sé como pasó, ni en qué momento de mi vida la ceguera se hizo tan densa que no pude verme en el espejo y darme un consejo o darme cuenta en medio de la escalera del peso sobre mis hombros, no sé como paso, creo que lo disfrute y hasta soñé con esos momentos de gloria, no sé cómo paso, pero paso y seguirá pasando, imagino que el absurdo pretexto del ser humano siempre será una pregunta la cual no podrá responder con palabras, pero si con una lagrima, es difícil apreciar el dolor cuando este se vive en cada día de forma recurrente, de forma transversal y a veces auto proclamado.


23/11/13

2 comentarios:

Enamorana dijo...

Ahí es donde uno empieza a buscar motivos para estar vivo. Tan simple como eso. El que se deja arropar por la sensación de estar muerto le da la razón a Cotard y a su ciencia. Beso

Monegrosus dijo...

Cotard es muy variable, sus métodos Siempre pueden ser únicos y siempre infalibles.