domingo, 21 de julio de 2019

Acto XIX: Nyarlathotep, el grandioso.


Quien me vio llorar fue mi gato…

En esas noches donde no sabía quién era yo o si estaba poseído por el alcohol o de algo más que sabia me haría daño pero como sea le daba por poder dormir, por esas noches donde no sabía si aceptar que ya soy padre de mi propia desilusión y que no pude cumplir ninguna de las metas que me puse para cumplir durante el año en curso, por esas noches donde solo la obscuridad me habitación me cuidaba y no sabía si reír o llorar, quien me vio llorar fue mi gato.

Ese estúpido felino que estuvo conmigo cuando nadie más tuvo los ovarios de estar, ese rubio angora que aun me acompaña desde la escalera hasta que abro la puerta, independientemente si me tomo mi tiempo en abrir la puerta, quien me escucha aunque no me entienda o al menos eso pienso yo, se merece todos los honores de mejor amigo, ese felino que me maúlla aun sabiendo que por más malo que llegue a la casa sabe que tiene comida en su plato y agua, es aquel que me recuerda que debo seguir vivo para seguir compartiendo con él y obviamente cuidándolo, si el supiera lo mucho que lo quiero y que aprecio que me deje saber cada noche que llegue borracho que me está esperando en el borde la escalera, para que sepa que no estoy solo…

Quien me vio llorar fue mi gato y sé que seguirá viéndome llorar, mientras te recuerde…

Seria egoísta de mi parte decir que no te extraño, seria egoísta de mi parte decir que no quiero volver estar contigo, seria egoísta de mi parte que no me hace falta el olor de tu piel, seria egoísta de mi parte decir que no quiero volver a intentarlo, seria egoísta de mi parte no dejarte volar, seria egoísta de mi parte no dejarte salir del nido, seria egoísta de mi parte que solo te quiera para mí cuando ya no quiero empollar tus huevos.